Traer al mundo un niño es muy difícil: todo cambia. Hay que ser padres, amigos, educadores. El sexto sentido se desarrolla y una futura caída aparece como una posibilidad, y a pesar de los intentos por cuidarlo, él o ella termina llorando por una rodilla lastimada o un corazón roto. Los primeros pasos, la primera palabra (o balbuceo que se asemeja a ella), los dientes de leche, verlo crecer de centímetros a metros son retratos que la memoria no olvida.
El niño autista sigue siendo un niño; requiere cuidado y la mano de sus padres para conocer y tratar de comprender el mundo. Pero, debido a su condición, ellos deberán cambiar mucho más su vida para poder ofrecerle lo que de verdad necesita y desarrollar una mejor calidad de vida.
Los amigos, el trabajo, la familia son esferas que para el cuidador se ven afectadas por todos los cambios. La incertidumbre de no saber qué va a pasar, reconocer a su hijo como una persona que lo necesitará más de la cuenta, frustración por no comprender los avances, no entender cómo ayudar, cómo educarlo, son algunos aspectos que pasarán por su mente y que los afectará emocionalmente. ¿Quién podrá entenderlos?, ¿quién podrá comprender que su hijo no se desarrolla como el de los demás y por eso debe tener unos cuidados especiales?
Al no encontrar a muchas personas en su misma situación, la familia deberá buscar información sobre el desarrollo de su hijo, recurrir a distintos especialistas, encontrar los recursos y herramientas adecuadas. El duelo sigue latente, el aceptar que su hijo es como es y no como imaginaba que sería.
El estrés podrá estar acompañando en todo el proceso, mientras se aprenden las actitudes y desarrollo diferenciales con respecto al resto de los niños, mientras se aprende a valorar los conocimientos del experto y lo que puede ofrecer para su hijo y para la familia. La preocupación por el futuro, la capacidad de decisión de tratamientos y posibilidades educativas, la dedicación que ocupará mucho tiempo (cuidarlo, interactuar, jugar, estudiar juntos), los gastos (que podrían ser muchos y generar más intranquilidad) tocarán a la puerta para asustar a los cuidadores. Pero, lo importante es que se mantengan unidos y lo afronten con el miedo que poseen sus corazones.
¿Qué debe hacer el cuidador al atravesar estos cambios?
Aceptar lo que está pasando y cómo ahora es su familia.
Aprender de la frustración y convertirla en una habilidad junto con la tolerancia.
Reconocer que en el otro hay conocimiento que puede serle de ayuda.
Saber que en sí mismo se halla la posibilidad de acompañar a su hijo en todo el proceso de intervención.
Buscar información no solo del médico o del psicólogo, sino del pedagogo, del trabajador social. La salud para el niño con TEA (trastorno del espectro autista) es importante, pero para el cuidador es fundamental saber de qué manera puede interactuar con su hijo.
Incluir a toda la familia en el proceso del niño, para que se consolide una verdadera red de apoyo, no solo para él, sino para encontrar en todos un apoyo cuando no se sabe qué hacer.
Desarrollar un espacio tranquilo, positivo, con comunicación asertiva, para que el niño autista pueda ir aprendiendo de la integración social en el ambiente adecuado.
Es difícil aprender poco a poco el camino que se deberá tomar. Es difícil aceptar que la vida ya no será igual y que hay una personita que ahora depende de ellos. Todo cambia y seguirá cambiando, pero, siempre habrá alternativas para afrontar estas situaciones y construir un verdadero hogar y familia.
Comments